Historia del carbón en Magallanes

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“La presencia de carbón mineral lignito era conocida en el territorio de Magallanes desde el comienzo de la colonización chilena en la región del Estrecho de Magallanes. Los primeros esfuerzos fracasaron y lo mismo ocurrió en otros lugares de este vasto territorio, hasta fines del siglo XIX. Solamente al comienzo del siglo XX  la explotación carbonífera recuperó su vigor, con la inversión del empresario chileno Agustín Ross en el río del Valle de las Minas, cerca de Punta Arenas (mina Loreto).

La actividad se extendió a otro distrito magallánico, principalmente en la Isla Riesco (mina Elena). De este modo la minería del carbón alcanzó un período cúlmine hacia 1943, especialmente estimulado por la exportación de carbón a Argentina. Desde 1950 y durante los siguientes 30 años la actividad carbonífera decayó hasta perder toda su importancia económica. Sin embargo, desde 1984 una segunda época productiva se inició, con una tecnología moderna y una fuerte inversión de capital, se permitió la explotación del sitio Pecket (distrito norte de la península de Brunswick) desde 1987, alcanzando un máximo de 1.262.847 toneladas. Desde 1998 la producción anual excede una media de 300.000 toneladas, y un renovado desarrollo carbonífero espera la iniciación de nuevos sitios productivos en la Isla Riesco…”

(Mateo Martinic Beros, Premio Nacional de Historia)

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Retroceder en la memoria como si el tiempo fuera una grabadora y detenerse en el año 1584, fecha de la cual data la primera comprobación de la presencia de carbón fósil en la región, es reencontrarse con la historia del capitán español Pedro Sarmiento de Gamboa.

Por entonces adelantaba los primeros pasos en la colonización del litoral del Estrecho de Magallanes.  En su expedición  encontró gran cantidad de piedra negra, sus palabras fueron consignadas al rey Felipe II de la siguiente manera: “…echada en el fuego, arde en el fuego como aceite mucho tiempo, mejor que carbón de piedra de Francia”.

Más tarde otros viajeros repetirían el hallazgo.  El naturista Bernardo Philippi y los marineros de la Goleta Ancud, el año 1843 quedaban sorprendidos por los restos de carbón, en la Punta Santa Ana.

sonadores-300x286Un puñado de soñadores abrió las entrañas de la tierra y dio vida al boom carbonífero en Isla Riesco.  No fue fácil. La lista de intentos fallidos supera con creces los aciertos. Sólo el puje y tesón de pioneros de carácter inquieto y visionario permitió iniciar las primeras exploraciones carboníferas en Isla Riesco.

El adelantado inmigrante francés, Jorge Meric descubrió los yacimientos de mina Magdalena, comenzando su explotación el año 1897, en sociedad con los empresarios locales Mauricio Braun y Juan Blanchard. Fue una campaña breve, seguida por otros emprendimientos precarios y de baja producción.

En 1918, el ingeniero noruego Ove Gude, descubrió mantos de mejor calidad. El hallazgo facilitó un despegue minero que alcanzó, en parte, a cubrir las necesidades energéticas de Punta Arenas, con exportaciones regulares a la Patagonia Argentina. Mina Elena y Josefina llevaron el peso del éxito carbonífero en la región.

Además de los mencionados, otros dos yacimientos de la Isla Riesco fueron explotados durante la década de 1920: Mina “Chilenita” desarrollado por la sociedad formada por Jorge Ihnen y Francisco Cekalovic y “Tres Hermanos”, ubicada en el mismo paraje de la antigua “Magdalena” de Jorge Meric y cuyo laboreo regular se inició por cuenta de la firma Vicente & Antonio Kusanovic.

mina_loreto-296x300El capitalista chileno Agustín Ross, famoso por sus emprendimientos en la minería del Norte Chico y en la industria, quedó encandilado con la posibilidad de extraer carbón de mina Loreto, ubicada en los cerros que rodean a Punta Arenas.

Luego de poner los papeles en regla inició los trabajos en el yacimiento.  La inversión realizada por Ross, lo dejó inscrito como el más importante inversionista chileno en el territorio, el único, asegura el historiador Mateo Martinic, que se abría camino entre tantos empresarios de origen europeo.

Inversiones cuantiosas cambiaron el rostro de la ciudad: aperturas de caminos, galerías y la construcción de una estación de carguío de carbón.

Para el transporte del mineral desde el yacimiento al puerto de Punta Arenas, Ross planeó la instalación de un ferrocarril. Las obras finalizaron el 29 de enero de 1902.

Mina Loreto fue el más importante yacimiento en la región, aportando aproximadamente el 50% de la producción regional hasta 1939.

Después de la II Guerra Mundial, declinó la época dorada de la explotación carbonífera en la península de Brunswick.

maria_elena-300x210Sopla el viento y las nostalgias palidecen compungidas en el vértigo de otra época: pontones carcomidos por la sal, una imponente caldera oxidada y cimientos que apenas asoman desde el verde dadivoso del territorio austral, son los únicos testigos del bullente poblado de mina Elena.  Aún en el fondo del mar Skyring parecen retornar las voces de un pasado glamoroso que se confunden con los ritos de la naturaleza. En medio de la lenga, coigüe y chilco –copihue magallánico- creció una importante colonización productiva de carbón: minas Elena y Josefina.  Ambas emplearon elementos mecanizados en sus actividades y la utilización de la fuerza del vapor.

El boom económico alcanzado por los yacimientos se prolongó por cerca de 28 años. Los datos oficiales señalan que entre 1925 y 1953 la minería de carbón en la isla Riesco vivió su época de oro, alcanzándose una producción récord de 100.000 toneladas en 1943.

En la actualidad no hay rastros físicos de la famosa línea férrea Decauville, que llevó el peso de hasta 500 toneladas diarias, en las minas Elena y Josefina.  Tampoco del gran tren de enlace (shooter) para el carguío de mineral y sus instalaciones complementarias.

Por aquellos años, el continuo tránsito de vapores y una infraestructura portuaria adelantada, daban cuenta de la importancia económica que tenía la actividad.

El asentamiento en mina Elena llegó tener cerca de 800 habitantes.